Pupilas

Profundo como tus ojos posándose sobre el horizonte, mirando hacia el mar azul lleno de calma. Es de noche y acaricias mis piernas con la misma ternura con la que te abrazas a ti mismo cuando sueñas. Tu respiración tranquila me eleva dentro de la cama. Ni siquiera te percatas de que intento tocarte la mejilla, duermes plácidamente...

Pero no es ahora mientras tu caja torácica se ensancha cuando más me inspiras tranquilidad, si no en el momento exacto en el que estas apunto de besarme. Te acercas a apresarme como si me fuera a escapar, y quien fuera tan tonto de huir de estos besos. Aunque los besos más dulces son los de la tarde, al volver de trabajar, cuando tus brazos son mi soporte para otro día más. Y por un momento me escapo del círculo del tedio, me evado y huyo. Hipnotizada por tu calidez, embriagada por tu suavidad hasta el momento de escapar una vez más al mundo onírico...

Allí, adentro me sumergo en mis sueños con ganas de volar. Confiando en mí.

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