Etéreo.

Sin ti soy solo humo, humo que se eleva por encima de ciudades. Humo que asfixia y desespera al más cuerdo. Surca cada rincón, entre edificios y parques. Sobre la hierba fresca sigue avanzando, no es un buen presagio. Fruto del tormento mi carne se evapora en humo, la ceniza se esparce y se pierde en el aire. Y el humo que se eleva se vuelve difuso. ¿Dónde están tus abrazos? ¿Dónde queda el consuelo de largas horas de tertulia literaria? Coge de nuevo mi mano y brinca dentro de un libro, arrastrame junto a tu locura. Tu vesonia es del tamaño de un rascacielos, toca e inunda todo lo que toca. Quieres llegar alto y a mi me dejas sin aliento, ¿dónde empieza tu sueño y acaba mi pulso? Hoy ya no te encuentro, pues sin ti todo se ha disipado porque sin ti soy solo humo. Humo que se mete entre los coches, casas y matorrales. Efímero e inerte. No pararé hasta que me devuelvas la consistencia de mi carne. Y todos estos órganos vuelvan a la realidad.

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